24 de septiembre de 2016
Ya habíamos
visitado esta cueva con anterioridad, pero nos estancamos en el sifón. Miramos
muchos agujeros, pero no encontramos el paso, así que había que volver a
intentarlo. Las indicaciones que nos habían dado dejaban suponer que nos
habíamos dejado algo.
Más o menos
puntuales, nos fuimos juntando todos en el aparcamiento. Había ganas, se veía,
así,que esta vez no hicimos ni almorzar, directos a dentro.
Poco a poco fuimos
avanzando, directos hasta el sifón, al que, esta vez, llegamos pronto, a pesar
de pasar un rato viendo los distintos rincones y formaciones que no tienen
desperdicio.
Mientras
unos instalábamos, otros hacían unos pequeños circuitos, pero poco a poco nos
vamos juntando todos en el sifón. Ahora sí, empieza la marcha: nos dividimos pero controlados, y empezamos a entrar por los
agujeros. Yo creo que la otra vez ya los miramos todos, que no vimos nada
nuevo. El paso sigue sin aparecer.
Decidimos buscar por el lado contrario, pese a que se suponía que, según
indicaciones, no era por ahí, también miramos la otra vez hasta un punto donde
nos dimos la vuelta. Unos miramos la parte alta y nada y otro grupo la parte
baja, que fueron los que gritaron: ¡¡¡El río!! ¡¡¡Traer la cuerda!!!
Caras de
satisfacción y allá que fuimos todos, disparados, y con una gran sonrisa en la cara. Y si, ahí
estaba, a unos 15/20 metros de donde lo dejamos la otra vez “C’est la vie”. Una
vez en el rio continuamos por el agua hasta la cascada final, cambiando la
morfología de lo que habíamos hecho, antes por terrazas colgadas y ahora por el
cauce. Elegante todo.
Algún caos, paso estrecho, pero progresión cómoda en
general, agua hasta la cintura en pocos puntos pero mayormente cubría poco. Rebuscando un poco, encontramos una galería
espectacular, creemos que puede ser la del dedal que, sin duda, le dio un toque
inesperado, pero muy de agradecer.
De aquí al poco, en la cascada final, fotos, un poco de chocolate, apretones de mano y vuelta para fuera, eso sí sin dejar la sonrisa.
Destacar el gran trabajo del grupo a la hora de buscar el paso, mucho movimiento, ganas y tesón. Muy de agradecer y sin duda lo mejor.
De aquí al poco, en la cascada final, fotos, un poco de chocolate, apretones de mano y vuelta para fuera, eso sí sin dejar la sonrisa.
Destacar el gran trabajo del grupo a la hora de buscar el paso, mucho movimiento, ganas y tesón. Muy de agradecer y sin duda lo mejor.
Cavidad
excepcional y día para recordar. Volveremos.
Eso sí, si
algo nos quedó claro, es porque le llaman La Niña Bonita…
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