Volvemos a visitar esta vieja conocida situada en la sierra
de Entzia. Esta vez, los que estábamos solo conocíamos la parte seca (rio
arriba). Ninguno habíamos estado río abajo, y, como alguno no quería mojarse,
dividimos el grupo en dos: uno para cada lado del río.
Los compañeros que iban a la parte de rio arriba (más corta
que rio abajo), nos acompañaron hasta el comienzo del río, bueno, realmente
hasta donde tocaba empezar a mojarse.
Ya ahí nos ponemos los neoprenos, marcamos hora tope de salida para juntarnos, nos despedimos de los compis, y para el agua, eso sí, con alegría….
El comienzo en el agua es elegante: primero un paso bajo en
el que te mojas bastante; le sigue un coqueto meandro que también cubre y de
donde se vuelve a salir a un cauce bajo.
A partir de aquí, encontramos un poco de todo: pozos,
cascadas, algo de cuerda, gateras, pasitos bajos…. Vamos, de lo más divertido.
Encontramos también elegantes rincones entre los que destaca
la primera cascada.
Lo cierto es que vamos disfrutando como niños y el tiempo va
pasando deprisa, muy deprisa, sin apenas darnos cuenta. Y es que eso de salsear
no ayuda..., pero que le vamos a hacer, si a fin de cuentas eso es lo que más
nos gusta…
Así que, antes de lo que esperábamos, se nos hizo la hora de
salir, ya que los horarios sì que hay que cumplirlos.
Una vez más se nos quedó mucho por ver, pero tampoco es que
importe, ya que lo que disfrutamos no nos lo quita nadie, y la cueva sigue ahí,
así que volveremos, sin duda.
Eso sí, de manera inusual, esta vez salimos de la cueva
pronto, hasta demasiado pronto me atrevería a decir, para lo que solemos
acostumbrar. A veces pasa, pero solo esperamos que no sirva de precedente.
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